― Al filo del día…

 Al caer la noche despacio se desintegra en pedazos el día que hemos pasado, el cuerpo se siente cansado y en lo negro de su espacio enciende velas sobre un candelabro que aunque viejo es aún dorado. Mientras quien estoy mirando levanta sus brazos apurados y los posa sobre su cráneo frotándoselo lentamente con sus manos, secándose lo sudado y con un dedo al sol tapando hasta ocultarlo. Sin baratijas ni engaños calculados al osarlo, pues no hay ratos malogrados si no hay daños presenciados, ni malos pasos errando al recordarlo.

 Y en señal de terminado, fatigado se hace talco y la llama se queda observando desde donde está sentado, meditando al ser y al tener lo bien luchado, cual razón de lo estricto necesario. Sus pensamientos por varios no cambian lo realizado, la luz devota de un astro ilumina el escenario, ciego en calma ya se acuesta el vecindario y ajeno en un cuarto de al lado, se escucha a un bebe llorando porque sus padres solo lo dejaron. No lo olvidaron, el caso tampoco es drástico, están ambos relajando mientras la luna cae a cantaros sobre el pararrayos donde se colgaron.

 Pues a esta hora, ironizando, quien no se acueste parado pasará la noche temblando, pues los sueños no se tienen si enterrados, nos estallan huesos quemados entre cenizas de pasto.

 Se mira, por su ventana hacia arriba me ve en la mía y me silba. Le hago señas que en la esquina la gente grita y delira tomando cervezas frías; y que bailan gestando encendidos la amistad con sus sonrisas. Y el me responde enseguida, pues si hay más tiempo que vida, más vale que esta sea linda. Pasan minutos con prisa hasta que a la juerga mística llegan los dos que la agitan, vuelve el bardo con su lira y el poeta echa poesía en la cantina.

 Se mezclan las melodías y en las mesas ya servidas la estima canta y respira y las energías perdidas se rehabilitan infinitas y vitaminadas de dicha. Vuela a la rima la tinta, la flor de cactus se eriza, sobran gorras y camisas y un botellón de delicias embriaga a sorbos de almíbar. Se gira, lo vira, deja atrás melancolía, sal y tiras, morbo, pesadillas y mentiras y hasta al amor que no incita compañía. Y al mirarme solo atina a decir pista, pues bailando hasta la vista se amplifica y a media luz gimen las niñas despojadas de utopías.

– ¿Y quien soy yo? ― ¡Si cuando exijo me tiran y solo mi bis me inspira estas cuartillas!

– ¿Y quien es el? ― ¡Si de rodillas, atado al suelo se tira para pedirme que viva y no me rinda!

– ¿Y quienes somos sin vida…? ― Si las estampas divinas solo las ven quienes pintan, por huecos de agujas perdidas, en el pajar donde habitan. Pues ser y estar son como dictan segundos en la guía que afirma, que solo tener da libras esterlinas y hace vibrar las hortalizas al lavarlas antes de ser vendidas. Que calienta madrugadas frías y procura dulces momentos y caricias consentidas, aunque las gotas que se disipen en la orilla.

– ¡Y hasta concede la identidad fingida en firmas míticas, corridas al filo del día, cuales notas que se alinean hasta dar las melodías que dormitan!

Tony Cantero Suárez – El Idílico Existencialista – Los Susurros de Cantero – Copyright 2015

 

Dessin by Vincent Tessier Copyright © 2015

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