Óleo al Alba…

 Me he puesto a pintar el Alba con pinceladas bien largas desde la ventana de mi casa, mirando desde mi almohada entrar una luz sin ansias y alumbrándola. Mi prado verde esperanzas roseado por dos cascadas que caen sobre piedras altas, el lago bravo añoranzas lleno de peces que danzan con sus escamas erizadas; y la luna que se escapa por un pasadizo estrellada, para meterse en su cama…

– Después de una madrugada larga haciendo el amor sudada; con cada astro que merodeó por la vía láctea…

El cielo azul de mañana con su sol vivo que estalla en amarillo naranja. Y mi jardín de manzanas con sus pepitas plateadas y sus corolas doradas, que ahora pinto sin mirarlas, porque en verdad no me hacen falta; pues mi riqueza está en quienes me aman. Las ilusiones no acaban si las batallas se igualan y las derrotas no alcanzan a las victorias logradas; mi riqueza está en lucharlas…

‒ ¡Y es por eso que no pierdo tantas!

Y los Milsueños de mi alma con sus pétalos rojo nervios corolados azul gracia, ahora los pongo en el florero que me regaló mi abuelo; los he diseñado con calma desde la temporada pasada. Y ya los veo crecer por la guardarraya y por el camino de marras que lleva hasta mi nueva casa. Un bohío en la distancia al borde de un rio que calla, porque sus aguas descansan estancadas.

– Y hasta las ranas se empantanan para escuchar las tonadas que los sinzontes me cantan con sus arpas encantadas…

– Estoy pintando las curvas de dos montañas hermanas, al fondo de una pradera mágica.

Con sus colinas en magma llenas de hierbas que embriagan, café fuerte y muchas bacas que den leche sin metralla. Una familia sagrada y mil amigos que cazan con escopetas sin balas. Y un ramo de rosas blancas que me ha traído mi amada, acompañando las cartas que mis lectores me mandan. Y les juro que mi pincel no cambia la realidad de esta estampa, pues al alba la voz calla revelada.

– Y siempre tilda a quien intentó acallarle sus palabras, las buenas, las malogradas y también las acidas; de menos que nada.

Y en dedos tinta se escapa y dejan letras con ganas; y al leerlas viven tantas que no podrían ser contadas. Las nuevas rimas se hilvanan en la homogeneidad de la masa, haciendo una prosa compacta que nos trae besos de salvia después de una madrugada orgásmica. Y cada verso tiene alas que revuelan la mañana; y en cada sueño hay naranjas que vitaminan la gracia al mencionarla.

Y jugo de caña brava y albahacas blancas, girasoles y añoranzas deseadas, de volver a ver mi alma con los colores que traiga. Mi riqueza es esperarla, para luego gozar la mañana dejando en versos estampas como en un Oleo pintadas, al alba, después de una madrugada mágica.

Picture by Tony Cantero Suárez

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